Los Cuadernos del Hafa cruzan "el charco"
Pues sí, efectivamente, ya ha ocurrido. Después de demasiado tiempo pensando en el gran viaje, en el inaplazable cambio de rumbo, en el ineludible salto al vacío que suponía emprender vuelo que cruzase el Atlántico para depositarme en tierras bolivianas...ya casi hace un mes que establecí residencia en Cochabamba.
Acudo a esta página breve con la sensación de que podré por fin dejarla huérfanos de inútiles anotaciones que nadie lee y a nadie interesan y que sólo a un servidor sirven para mal asesinar el escaso tiempo que mi nueva vida puede permitirme.
Nada nuevo en estas tierras, respecto a mi novela, salvo esta instantánea que la sitúa en territorios muy distintos de aquellos en que fue concebida. Lejano el Sahara, a la primaveral sombra del altiplano andino, Los Cuadernos del Hafa descansa, no sé si ya el sueño de los justos, pero de seguro el ajetreo de promociones, recomendaciones, y ausencias en los escaparates de las librerías madrileñas. Ahora este puñado de páginas reposa sobre la mesilla de noche de una habitación enla que sólo penetro para intentar penetrar el sueño o, ¡ay!, tal vez, otras carnes menos vaporosas que aquellas con que se revisten las horas en que creemos tan sólo dormir y soñamos tal vez con descansar.
Y en espera de que me asalten inesperados sobresaltos que descubran nuevos cauces a este caudal de letra herida en que quise convertir Los Cuadernos del Hafa, me despido, creo que por largo tiempo.
Claro, no quiero irme aún, sin recordar lo mejor de lo que a mi novela puede haberle sucedido. Ese éxito que en realidad este autor soñaba. NO el fulgurante éxito de ventas que me alce a los altares de la economía sumergida y el despilfarro, no, me refiero al éxito que supone el saber que un puñado de almas hermanas o de hermanos de alma, de sensibilidades puras y certeras, hayan podido disfrutar de las palabras con las que esforzadamente pude poner FIN, un día ya demasiado lejano, a esta onírica travesía que son Los Cuadernos del Hafa. Sigo sin tener palabras para agradecer que me hayáis abierto las puertas, para mostrar la plenitud que me han inyectado vuestros halagos sin llegar a hacerme adicto a los mismos.
Por cierto, las palabras de esos lectores, aseguro, son más valiosas que las mías...no dejéis de frecuentarlas.
Gracias, siempre, amigos, hermanos